Te ha alcanzado la espina, Mariel,
paulatina e insistentemente te ha atravesado.
Mírate al espejo, quizás esta noche sea la última,
que veras la seda de tu inocente dulzura.
Despide velo y velo, con ademanes de nobleza.
No permitas que las lágrimas desgarren tu desnudez.
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