viernes, 26 de abril de 2013

La Verdad, esa institución tan inmensamente fraccionada y dividida. Ya no creo en los que juran tenerla entera, virgen e impoluta. Creo en esos pequeños cristales que resplandecen por instantes, cual granos de arena, en una mirada, en una palabra en un gesto.
Ve al desierto, 
elije un lugar,
toma un puñado de arena.
Será en tu mano agua en saco roto, 
iras perdiéndola poco a poco. 
En tu mano hay lo que queda, 
lo que alguna vez, 
fue ese inmenso amarillo.
Mas ahora es una parte,
yo diría,
un pellizco de nada.